18 de septiembre de 2014

Capítulo 6



- ¡No! ¡Seth! ¡Escúchame tienes que esconderte! ¡Vienen a por ti! ¡Seth, por favor, tienes que hacerme caso! ¡Seth! - Por más fuerte que grito no me escucha y sigue caminando hacia el claro. Tampoco puedo moverme para alcanzarle e impedir que llegue a su muerte. Algo me zarandea y me llama.

- Jannie, Jannie despierta, estás teniendo una pesadilla.

Me despierto aturdida y desorientada, llorando y temblando. Jon está a mi lado y me abraza para que deje de temblar pero le aparto de un manotazo. Me echa su capa por los hombros y se aparta, pero no tiemblo de frío. Se sienta con la espalda apoyada en la pared y me mira.

Después de un rato consigo sosegarme, recordar donde estoy y darme cuenta de que ya no puedo hacer nada por salvar a Seth. Me quedo quieta, sentada en el suelo con la capa de Jon sobre los hombros y mirando hacia la nieve que cae sin cesar en el exterior del saliente. Ya está amaneciendo pero no se cuanto tiempo llevo así, no se si son minutos u horas.

- Todas las noches gritas y llamas a un hombre en sueños. - dice Jon rompiendo el silencio.

Desde que llegó no me ha preguntado nada sobre cómo llegué aquí, ni de los extraños sucesos del castillo de Bastion Kar donde me crié, pero se que la curiosidad lo invade por como me mira. Casi nunca hablamos, nos limitamos a hacer lo que nos mandan durante el día y estamos demasiado ocupados para ponernos al día de nuestras vidas. Por la noche, cuando nos juntamos para cenar en la hoguera, siempre me mira con su cara de curiosidad, pero nunca me dice nada, y yo tampoco le digo nada. Se que en cuanto se abra la veda de preguntas querrá saber más y no se si estoy dispuesta a contarle toda la verdad.

- ¿Era tu prometido? Tenía entendido que se llamaba de otra manera - vuelve a preguntar Jon impacientándose por mi silencio.

- Era mi hermano.

- ¿Tenías un hermano? No vino nunca a Invernalia y tampoco había oído hablar de él - responde con cautela.

- Suele pasar cuando te apellidas Nieve. Mi padre no tenía las bonitas costumbres de su señor y mi hermano bastardo no se crió conmigo en el castillo, pero no por eso es menos hermano mío.

- No sabía que tu padre tuviera un bastardo ¿Cómo es que nunca nos hablaste de él?

- Si mi padre hubiera sido tan fértil cómo putero ahora podría formar un ejército de hermanos bastardos, pero por suerte o por desgracia, la polla tendía a flojearle - Veo que Jon se sonroja como una doncella, no sé si por oírme hablar así de mi padre o por oír la palabra polla - Y nunca os hablé de él porque mi padre me lo prohibió. ¿Sabes? Mi padre no era la misma persona cuando tu padre estaba en los alrededores que cuando estábamos dentro de los muros de Bastión Kar lejos de la mirada de su señor.

- Siento mucho la muerte de tu padre, siempre fue amable conmigo.

- ¿Que sientes la muerte de mi padre? - no puedo evitar reír a carcajadas - pensé que el único que había sentido la muerte de mi padre era el dueño del burdel, sin sus ingresos casi tuvo que cerrar el negocio el pobre hombre.

- ¿Cómo puedes reírte de la muerte de tu padre? - Me mira casi con desprecio.

- Bueno Jon, ya se ha acabado tu turno de preguntas, es el mío ahora. Puedo imaginar porqué te uniste a la Guardia de la noche, sin Ned Stark en Invernalia, Catelyn te habría clavado un puñal en el corazón la noche menos pensada, pero ¿por qué decidiste abandonar el muro y unirte al pueblo libre?

- Pues... em...

Veo la duda en sus ojos y se que me va a mentir, no confía en mí. Antes de que responda con alguna tontería decido intervenir.

- No hace falta que me lo digas - le digo poniendo una sonrisa - a veces se me olvida que ya no eres un niño y que un hombre tiene sus necesidades, tengo entendido que en la guardia de la noche no se os permite follar.

Se sonroja. Resulta casi encantador cuando se sonroja, el chico parece tan decente y honrado como su padre y seguro que no ha visto unas tetas en su vida. Punto a mi favor.

- Bueno Jon, no se tú pero yo estoy hambrienta, deberíamos ir a comer algo, hoy va a ser un día largo, hay que volver a ir de caza, estos salvajes comen como si no hubiera un mañana.

En vista de que Jon ya no me considera de confianza debería hacer algo para que vuelva a confiar en mi. Creo que he sido demasiado hosca con él estos días. Recuerdo el motivo por el que hago esto, vengar la muerte de mi hermano, tengo que entregarle o sacarle información para que Mance me de los nombres pero no sé si debo ser sincera con él o no arriesgarme y usar mis armas de mujer. Bueno, no es momento para pensar, tenemos que ir de caza y necesito la mente despejada.


17 de julio de 2014

Capítulo 5




Esta vez consigo salir del bosque, llego al claro donde se que está Seth, pero es demasiado tarde. Unos hombres encapuchados ya le han cortado la cabeza, sus ojos me miran ausentes desde su cabeza chorreando sangre a más de una vara de distancia de su cuerpo. Corro hacia sus asesinos con rabia pero cuando voy a echar mano del arco, no está. Me toco la cinta que sujeta mi puñal a mi muslo pero el puñal tampoco está. No recuerdo haberlos perdido, pero eso ahora no me importa, aún tengo mis propias manos. Cuando estoy apunto de echar las manos al cuello de uno de sus asesinos, todos desaparecen. Desaparecen y me dejan con mi rabia y mis ansias de venganza sin saciar, con el cuerpo de Seth roto y sin vida.

Tengo la impresión de que cada día duermo menos. Cuando me despierto entre gritos y llantos de mis pesadillas creo que a penas han pasado un par de horas desde que me dormí. Jon duerme, pegado a la pared del saliente como siempre, muy alejado de mí. Al principio me resistí a que durmiera en el mismo sitio que yo, pero después empecé a notar lo que él nota entre la gente del pueblo libre. Empecé a escuchar los murmullos de desconfianza y sus miradas inquisitorias. No es sólo que no confíen en él, es que le odian. Lo hacen porque creen que es el responsable de sus maridos muertos, de sus hijos muertos, de su desgracia y de su exilio. La guardia de la noche y el muro es lo único que se interpone entre ellos y la total libertad y él representa a la guardia de la noche, al muro y a los señores del sur, a todo junto. 

Cuando llego a mi cueva veo que hay pisadas en la entrada y luz dentro, mierda. Estoy a punto de dar media vuelta cuando escucho sus voces. Mance está dentro, con Casaca de Matraca y algunos más. Me pego a la entrada y me escondo en las sombras para escuchar. Nunca he sido de las que escuchan detrás de las puertas pero esto no me da buena espina.

- ... tampoco confío en ella - escucho decir a Mance - creo que no nos ha contado la verdad acerca de su pasado, ¿visteis como el chico la miró cuando la vio en la tienda? no parecía que la conociera solo de unos pocos días.

- Ya os dije que no eran de fiar, ni ella, ni el cuervo. Propongo que los matemos a los dos y acabemos ya con toda esta historia - respondió Casaca de Matraca.

- No, aún no. La chica es nuestra mejor arquera, tenemos pocos como ella, además quizá la haga mi esposa si Dalla muere en el parto ¿habéis visto que tetas tiene? ja, ja, ja. Y a él, aún le necesitamos para que nos dé información sobre el muro. El problema es que me precipité, pensé que, como su hermano era un cuervo el chico confiaría en ella y nos diría todo lo que necesitamos saber, pero no conté con que ella no pudiera ser leal a mí. Cuando vi como la miró en la cueva, se me abrieron los ojos, la chica nos ha mentido y si lo ha hecho una vez puede hacerlo mil más, pero ya era tarde. Lo que quiero es que los vigiléis de cerca, a los dos, y a la menor sospecha de traición, matadlos.

Estoy paralizada, han descubierto que no les he dicho la verdad por culpa de Jon, menudo imbécil. Ahora por su culpa estamos bajo vigilancia y corremos el riesgo de que nos maten a los dos. No me doy cuenta de que hace un rato que no hablan y de que la antorcha se está acercando a la puerta, salgo de allí corriendo y borrando mis huellas de la nieve como puedo, espero que no vean el rastro en la oscuridad y que la nieve de la noche cubra lo que queda por la mañana.

Llego al saliente y me siento con la espalda contra la pared. Miro a Jon, que sigue durmiendo ajeno a todo. ¿Debería decírselo? ¿Confiar en él? De pronto caigo en una cosa, no sé si sigue siendo un cuervo, no sé casi nada de él, ni porqué vino, ni porqué se fue, ni porqué se unió a la guardia de la noche. Primero debería estar segura de que es uno de los nuestros y después pensar si le digo que estamos en peligro. Uno de los ¿nuestros? ¿Sigo siendo uno de ellos? Cuando estaba con Seth nunca me lo había planteado pero ahora me doy cuenta de que yo no soy uno de los suyos, lo era cuando Seth estaba vivo, creía en lo que ellos creían, estaba dispuesta a morir por su causa, estaba dispuesta a luchar a su lado para recuperar lo que ellos creen que les pertenece. Lo que yo creía que les pertenecía, pero ¿lo sigo creyendo? No, ahora ya nada de eso me importa. Ni su estúpida guerra por el sur, ni su estúpida libertad, lo que me importa es la venganza, sólo sigo aquí porque Mance tiene los nombres que necesito. Ya no soy uno de ellos, y eso, me convierte en una traidora.

Sé cual es la solución más rápida para acabar con todo esto. Cojo el arco y saco una flecha del carcaj que he dejado a un lado. Me levanto y me coloco frente a Jon. Coloco la flecha en el arco, tenso la cuerda, cojo aire y aguanto la respiración. Si disparo ahora, le diría a Mance que ha intentado matarme mientras dormía, que es un traidor y he tenido que matarle. Eso haría que volviera a confiar en mí, se acabarían mis días como niñera, me diría los nombres y podría tener lo que quiero antes de que acabe el otoño. Sí, es lo que debo hacer. Miro a Jon mientras duerme bajo su capa, se parece mucho a Seth vestido de negro. Recuerdo cuando éramos pequeños y jugabamos con espadas de madera en Invernalia. Necesito respirar así que tengo que disparar ya. Debería disparar ya. Vamos, tengo que disparar.

La flecha sale a la vez que el aire de mi cuerpo. Nunca fallo, he practicado mucho. Desclavo la flecha del suelo, compruebo que la punta no se haya torcido y la vuelvo a meter en el carcaj. Hoy no puedo matar a Jon, tengo que pensar bien las cosas, no puedo permitirme más fallos. Quizá mañana vea las cosas más claras, así que me acuesto y pienso en el tema hasta que me vuelvo a dormir.


11 de julio de 2014

Capítulo 4


Llueve a mares. Me mojo la cara mientras corro y apenas veo por donde piso, pero no me importa. Tengo que llegar, esta vez conseguiré llegar a tiempo para salvarlo. No veo el claro del bosque donde se que está, pero se que falta poco y que está allí. Siempre es todo igual, pero esta vez cambiaré el final, lo noto. Corro lo mas deprisa que puedo pero parece que no avanzo, la angustia crece cada vez más. Malditas piernas, necesito que seáis más rápidas. Las ramas de los pinos me golpean la cara y los brazos mientras sigo corriendo por este bosque que parece no tener fin, pero no siento el dolor. Por fin, después de lo que me parece una eternidad veo el final del bosque, veo el último árbol, veo el claro que hay más allá y se lo que me espera. Pongo todas las fuerzas que soy capaz de reunir en correr mas deprisa de lo que lo he hecho nunca, se lo debo. Cuando estoy a poca distancia del claro, aparece Jon entre los árboles, como si me hubiera estado esperando. Intento apartarle de un empujón pero no se mueve, se coloca delante de mi y no me deja pasar. Intento esquivarle, rodearle, incluso arrollarle, pero no se aparta y me impide pasar. No lo entiende, tiene que dejarme pasar. La rabia me consume, estoy histérica, estaba tan cerca de conseguirlo... Le grito, le grito que se aparte, que tengo que salvar a Seth, es la última oportunidad, lloro, grito y pataleo pero no se mueve. Ya no puedo más, estoy exhausta y me dejo caer.  

Es entonces cuando me despierto, temblando y llorando, como cada noche. He vuelto a fallarle, he vuelto a no salvarle y ha sido por culpa de Jon esta vez. Cuando mis ojos se acostumbran a la oscuridad y me he tranquilizado un poco me doy cuenta de que no estoy sola en el saliente de la roca, Jon está acurrucado contra la pared y me mira sin decir nada. No soporto que me mire, aún le guardo rencor por contarme anoche mentiras sobre Theon. Me levanto con cuidado, cojo mi arco, una antorcha apagada y salgo de debajo del saliente. Hace ventisca fuera y está nevando otra vez. 

Camino con dificultad hasta una cueva cercana que descubrí hace pocos días. Está alejada del campamento y no vendrá nadie a molestarme a estas horas. La cueva empieza en un sendero estrecho pero dentro se abre hasta formar un gran hueco. De una de las paredes, que son mucho más altas que yo cae una cascada que no lleva mucha agua. Es agua caliente que viene del corazón de la montaña y desaparece después de un pequeño río por un agujero lateral en la pared de la cueva. En otra de las paredes crece un gran árbol, pero no tiene hojas, solo tronco y ramas peladas. Enciendo la antorcha y la coloco en un hueco en la pared. Me coloco frente al árbol a la mayor distancia que la cueva me permite, coloco el arco, saco una flecha, tenso la cuerda y disparo. La flecha se queda clavada en el tronco. Entonces repito lo mismo con las quince flechas que hay en mi carcaj. Cuando he acabado me acerco al árbol y las arranco, las vuelvo a colocar en el carcaj y vuelvo a empezar. No se cuantas veces lo he hecho, pero ya me duelen los brazos cuando me doy cuenta de que entra luz por la entrada de la cueva. Ya debe estar bien entrada la mañana. Me quito la ropa y me meto bajo la cascada.

Estoy llorando otra vez, liberando la tensión que tengo dentro y me impide respirar. No es que quiera llorar pero tampoco quiero evitarlo. Creo que las lágrimas me limpian un poco la rabia.

Salgo de la cueva y no hay nadie cerca. Voy a reunirme con Tormund, hoy tenemos que hacer una partida de caza, porque apenas quedan reservas de carne. Cuando llego a su tienda me encuentro con Jon que me mira desde que entro hasta que hemos salido organizados en grupos para cazar. No hablo con él en todo el día, pero tampoco yo le pierdo de vista. Por mucho que le odie ahora mismo, sigo siendo su niñera y lo último que quiero es que se largue durante la caza y Mance me despelleje.

Por la noche, después de cenar un oso que hemos cazado, me dirijo a mi saliente para intentar dormir, estoy agotada. Jon se levanta de la hoguera y viene detrás.

- ¿No hay más salientes en los que dormir Jon? No quiero dormir contigo, roncas - le digo sin rodeos. Aunque lo de roncar solo es una excusa para que se largue.

- Si quiero dormir sin peligro de despertarme con la garganta abierta, no. No hay más sitios.

- Que los cuervos nos llamen salvajes no quiere decir que vayamos por ahí matando porque sí ¿sabes? Para matar hay que tener un motivo.

- El motivo que tienen es que no se fían de mí ¿no has visto como me miran?¿no los escuchas cuchichear?

- ¿Y porqué debería importarme a mí tu seguridad?

- Porque éramos amigos.

- Tú lo has dicho, "éramos". Largo de aquí Jon Nieve.

- ¿Estás enfadada por lo de Theon? Y es normal, pero es la verdad, Jannie. Yo también desearía que no fuera cierto, que mis hermanos siguieran vivos y que Theon fuera el amigo que creía tener. Pero las cosas no siempre son como queremos que sean.

- Primero, no me llames Jannie, y segundo nunca le des lecciones a una mujer sobre lo injusta que es la vida, Jon.

- ¿Y para un bastardo? ¿Crees que es justa la vida para un bastardo?

En el fondo, creo que lo que odio de Jon es que nunca le trataron como a un bastardo. Le criaron en un castillo, Ned le trató como a otro de sus hijos, como a uno más, sin distinción. Siempre tuvo algo para comer, un buen caballo para montar, una buena espada con la que entrenar y un maestre que le curara las heridas de las rodillas cuando se las desollaba jugando. Eso es lo peor, que pudo jugar. Seth nació siendo adulto, su madre murió en el parto y tuvo que luchar para vivir, no tuvo nada nunca, ni siquiera una infancia. Pero eso no es culpa de Jon y no debería pagarlo con él.

- No, para un bastardo tampoco - reconozco - puedes dormir aquí, pero si me despiertan tus ronquidos, te echo a patadas.

3 de julio de 2014

Capítulo 3


La noche cae temprano, cada vez más temprano. Me siento junto a Jon cerca de una hoguera y esperamos a que el cerdo que hay en el espetón se termine de asar en silencio. Contemplo las llamas y pienso que ojalá Seth estuviera aquí para ver a Jon, ya es todo un hombre, ha cambiado mucho desde la última vez que le vi. Le hablé tanto de Jon a Seth cuando era pequeña que seguro que le habría gustado conocerle. Me hubiera encantado ir a Invernalia con Seth... que hubiese conocido a Jon, a Theon, a Robb, a la guapísima Sansa... seguro que el muy cara dura la habría robado un beso, siempre iba por ahí robando besos a las chicas. No puedo evitar sonreír al acordarme de la vez que besó en la boca a una doncella de Bastión Kar y para que la muchacha no se enfadara le dijo que se lo habían ordenado los dioses, que tenía que besar a la doncella más bella del mundo para que no desataran su ira contra los hombres. Puso tal cara de inocente que se lo creyó la muy idiota, y no sólo eso, le pidió que le diera otro para estar seguros de que los dioses lo habían visto y estaban satisfechos. Si hubiese sido otra chica, hubiera pensado que le gustó y que quería ser pícara pero no era el caso, creo que era la chica más tonta que he conocido nunca. Me reí tanto cuando se fue que me dolía la cara.

Cuando vuelvo al mundo real, Jon me está mirando muy serio.

- ¿Sabes que Theon se puso furioso cuando se enteró de que te iban a casar?¿Y que lloró tu muerte durante meses?

- Vaya, no sabía le importara tanto.

- Le pidió a su padre que le casara contigo, pero Balon Greyjoy consideró que el heredero de Las islas del hierro merecía algo mejor. Cuando llegó el pájaro anunciando tu boda se volvió loco, no paraba de andar de un lado a otro del patio de armas con la espada desenvainada y lanzando estocadas a todo lo que veía, creí que iba a matar a alguien y no sabía muy bien si sería tu prometido o su padre.

- ¿Theon sigue en Invernalia? Quizá le haga una visita si voy al sur.

- Theon era un traidor y un asesino, mató a mis hermanos pequeños y quemó invernalia. 

No. Theon no es ningún asesino. Es mentira. Lo que me dice es mentira. ¿Porqué me mientes Jon? No puede ser verdad. Siento que me falta el aire. Lo ha dicho tan natural como si lo hubiera repetido un millón de veces, como si lo creyera. Está jugando conmigo. Siempre le molestó que Theon y yo nos diéramos besos por las esquinas cuando iba de visita a Invernalia. Sí, tiene que ser eso. Jon debe odiarme para decirme una mentira semejante porque Theon siempre quiso a Bran y a Rickon. Theon era un buen chico. Era. Un momento... ha dicho era.

-¿Sigue vivo?

- Espero que no. Espero que esté pudriéndose en el infierno.

No puedo evitar que una lágrima me corra por la mejilla hasta la barbilla. ¿Pero qué hago? ¿Estoy llorando por Theon o por Bran y Rickon? Theon fue con quien me di el primer beso, Theon fue el que despertó en mi la rebeldía, el que me hizo darme cuenta de que valía para algo más que parir y criar niños que no llevarían mi apellido. Entonces puede que también sea su culpa que Seth esté muerto, si no hubiera conocido a Theon ahora seguramente sería madre de algún niño, tendría un marido gordo y vulgar pero Seth seguría vivo y solo por eso pagaría lo que fuera. Yo le arrastré hasta aquí y le arrastré a morir. Y ahora estoy sola. 

Se me ha quitado el hambre y no puedo soportar verle la cara a un mentiroso como Jon. Me levanto y camino hacia el pequeño saliente de una roca bajo el que llevo durmiendo dos noches. Cuando llego me tumbo bajo mis pieles y lloro. Lloro por todos, por Theon, por mi, por nosotros, por lo que pudo ser y no fue, por lo que es y desearía que no fuera, por lo que fuimos y por lo que somos ahora, unos asesinos. Lloro también por Bran y por Rickon, que solo era un bebé, no merecían morir. 

No recuerdo cuando conocí a Jon, ni cuando conocí a Robb. Yo era un bebé de poco más de un año cuando fui por primera vez a Invernalia. Había acabado la guerra por el trono, que ahora era de Roberth Baratheon. Catelyn Tully todavía no había perdonado a Ned Stark que volviera con un bastardo en los brazos. La Vieja Tata me dijo una vez, que a Robb y a mí nos había concebido la misma noche, antes de que nuestros padres partieran al sur, a la guerra, pero que él tenía más prisa por salir, y por eso es un mes mayor. Desde entonces, nuestras visitas a Invernalia eran frecuentes, mi padre iba por obligación y nunca paraba de quejarse, era Timmon Karstark, señor de Bastión Kar y tenía que cumplir con sus deberes para con el reino. Yo, sin embargo, iba encantada, encantada de salir de esa mierda de castillo a la que llamábamos hogar. Cuando volvíamos a Bastión Kar siempre contaba los días para volver a Invernalia. Mi padre se ponía hecho una furia cuando me veía llena de barro hasta la cintura o con una espada de madera en la mano luchando contra Jon o Robb. "No son cosas de niña, y nadie querrá un caballero por esposa" me decía, ay padre, si hubieras sabido cuanto te odiaba y de lo que fui capaz te habrías ahorrado comentarios como ese. Estoy tan cansada... ojalá fuese una niña otra vez y pudiera luchar con una espada de madera en vez de con una de acero.


Para terminar este capítulo os dejo un dibujo de Jane, nuestra protagonista, hecho por mí. espero que os guste ^^



26 de junio de 2014

Capítulo 2



Mance me hace llamar a las pocas horas para que vaya a conocer al cuervo, uno de los hombres a los que ha mandado a buscarme ha sugerido no muy cortesmente que cuanto menos ropa lleve mejor. No le hago caso y llevo la ropa de siempre, exceptuando la capa, la capa no siempre la llevo. Últimamente hace más de almohada que de capa, está todo demasiado reciente y aún huele a él, me duele olerla pero a la vez es una de las pocas cosas que me mantiene en pie, me recuerda que es lo que me trajo aquí, porqué sigo aquí y que es lo que debo hacer. Vengar la muerte de Seth, la muerte de mi hermano. Aún se me hace raro llamarle así, recuerdo que una vez mi padre me dio una paliza por hacerlo el muy cabrón, me dijo que no era mi hermano, que solo era un bastardo de mierda, el hijo de una puta, que no significaba nada para él y tampoco debía significar nunca nada para mí. Pienso en él mientras camino a la tienda de Mance, también pienso en Lysenne, la echo de menos, espero que siga viva porque es lo único que me queda. 

Cuando entro a la tienda, el cuervo está de espaldas pero su voz me resulta familiar, ¿la habré oído en la Torre Sombría el poco tiempo que estuve escondida allí?. Cuando carraspeo para hacer notar mi presencia y el cuervo se da la vuelta me doy cuenta de que no es de la Torre Sombría de lo que me suena su voz, es el bastardo de Ned Stark, no me jodas. Él me mira de arriba a abajo con los ojos como platos, así que doy por hecho que también me ha reconocido.

- ¿Qué pasa Jon Nieve, has visto un fantasma? - le digo con una sonrisa. Aunque habría sido más fácil tener que vigilar a cualquier otro, me alegra ver una cara conocida y supongo que tendrá noticias del sur así que me convenzo a mi misma de que tampoco es tan malo y de que lo hago por Seth.

Jon abre y cierra la boca sin ser capaz de articular palabra o sonido. Pobre chaval, era un buen chico la última vez que le vi. Tendría que matarle aquí mismo para no tener que arriesgarme a que se largue y cuente que me ha visto viva más allá del muro, pero como Mance me mataría a mí después si lo hiciese, supongo que tendré que limitarme a estar bien pegadita a él y asgurarme de que no es un traidor. Si no, no me quedará más remedio que hacerlo. Prefiero morir y que sigan temiendo la venganza del fantasma de mi madre a vivir y que se sepa que la asesina fui yo y que huí como una cobarde.

- ¿Le conoces? - pregunta Mance sorprendido.

- No demasiado, solo del tiempo que pasé en el muro con Seth. - No me gusta mentir a Mance Ryder pero considero que es lo más apropiado puesto que tampoco le he contado toda la verdad sobre mi pasado - Bueno chico vamos fuera, te enseñaré donde puedes dormir y cuales son las reglas, aunque supongo que Casaca de matraca ya te habrá contado algunas. La primera regla es que si no eres realmente uno de los nuestros, te matamos. - le digo mientras salimos.

Quiero que recuerde que un día fui su amiga y que puede confiar en mí, pero también dejarle claro que ahora soy una mujer del pueblo libre y que no voy a dejar que se vaya y cuente en el sur que me ha visto. Estoy deseando preguntarle si sabe algo de Lysenne o de los hombres que mataron a mi hermano pero me contengo, no quiero parecer desesperada.

- Pensé que estabas muerta - me dice cuando ya pensaba que iba a estar el resto del día sin hablar.

- Yo también me alegro de verte, Jon.

- ¿Cómo has llegado aquí? ¿Escapaste del fantasma de Bastión Kar? Pero encontraron tu vestido... Yo fui a tu funeral. A vuestro funeral... Porque no se si sabes...

- Aquí el que sabe demasiado eres tú - le digo bruscamente sin dejarle terminar, este chico es idiota y si no tengo cuidado puede que alguien escuche y eso no me conviene -  así que cierra la boca si no quieres que te corte la lengua. A partir de ahora tú y yo nos conocemos del muro, yo me llamo Jane Nieve y tú no sabes quién es mi padre si no quieres que le sugiera a Mance que te cambie de niñera. ¿Entendido?

- ¿Aquí no saben quién eres?

- Ni siquiera tú sabes quién soy, Jon Nieve. Aunque creas que me conozcas, no sabes nada de mí.

Estoy bastante enfadada con él. Ojalá nunca hubiera venido, habría encontrado otra manera de que Mance me dijera los nombres que necesito. Quizá hubiera tenido que acostarme con él un par de veces, pero eso habría sido mejor que ser un pedo de Jon Nieve y estar todo el día pegada a su culo para evitar que se sepa la verdad sobre mí. Ahora tengo de preocuparme de dos cosas y eso no me gusta, entorpece mis planes de venganza cuando por fin estaba tan cerca.

20 de junio de 2014

Capítulo 1

Bueno pues me presento un poco, mi nombre es Jane y voy a publicar semanalmente un capítulo de un fan fic de Juego de tronos, más concretamente de la historia de Jon, aunque en el futuro tengo pensados algunos más con otros personajes. Espero que os guste y os quedéis por aquí para seguir mi historia. Sois bienvenidos a comentar lo que os gusta y lo que no :)




Aún está oscuro cuando un guardia de Mance me despierta de mala manera para decirme que El-rey-más-allá-del-muro quiere verme enseguida. Cuando me levanto y me dispongo a ir a su tienda los primeros rayos de la mañana me dan en la cara y hacen que tenga que entornar los ojos para poder ver, los voy a echar de menos cuando llegue el invierno y pasen años antes de que se vaya la oscuridad. Los hombres del pueblo libre aún duermen bajo sus pieles y vistos así, la verdad es que dan bastante pena. Mance quiere conquistar los jodidos siete reinos con esta gente como guerreros. Un ejército armado, organizado y disciplinado contra esta variopinta mezcla de clanes, razas, niños, tullidos, mujeres, animales de granja y bueno digamos que unos cuantos guerreros valientes pero que no saben mirar más allá de su ombligo, no saben trabajar en grupo, no tienen armas ni armaduras decentes y no saben a lo que se enfrentan, pobres idiotas. Cuando casi he llegado a su tienda veo que hay más movimiento del normal a estas horas y que Casaca de matraca ya ha regresado de su exploración porque oigo sus huesos desde la puerta, es asqueroso, no entiendo como Mance le soporta. No sé para que me habrá llamado a estas horas pero esto no tiene buena pinta.

Le digo a un guardia quien soy y me hace pasar. Una vez dentro Mance me recibe con una sonrisa, esto no me gusta, todos me están mirando y nadie dice nada. Mance más que dar una orden los invita a salir a todos con su habitual tono amable y sosegado diciendo que quiere hablar a solas con “su querida Jannie”, no me hace ni una pizca de gracia cuando me llama “querida” y mucho menos cuando me llama “Jannie”,a estas alturas ya estoy segura de que quiere algo de mí y no es algo que yo vaya a querer hacer por las buenas.

Cuando todos se han marchado Mance se dirige a mí con una sonrisa.

- Mi pequeña, dulce y preciosa Jannie, ¿qué tal te has levantado esta mañana?

- Pues no tan bien como de costumbre, dado que me ha levantado a patadas uno de tus guardias para hacerme venir aquí. Ve al grano Mance que no tengo todo el día ¿qué quieres de mí?

- Tienes razón, te has levantado un poco más amargada y hosca aún si cabe. Bueno dado que no estás muy conversadora voy a ser breve, Casaca de matraca ha cazado un cuervo, bueno en realidad solo lo ha enjaulado hasta aquí porque una chiquilla lo ha convencido de que nos puede proporcionar información valiosa sobre el muro.

- ¿Cual es el problema y qué pinto yo en todo esto? Ya te he dicho mil veces que no quiero participar en tus torturas ni en las cosas que te traigas entre manos con tus prisioneros, y menos con cuervos, te recuerdo que mi hermano era uno de ellos.

- Precisamente por eso te he elegido a ti y no a otro, porque tu hermano era un cuervo, bueno por eso y porque en todo el tiempo que llevas aquí no te he visto sentir afecto ni compasión por ninguno de nuestros hombres. No necesito que tortures al chico, ha dicho que solo tenía 18 años y que quería unirse a nuestro bando pero... ¿cómo puedo fiarme de él?

- A ver si lo pillo, ¿quieres que sea su niñera?

- No es un trabajo de niñera, lo que tienes que hacer es fingir ser su amiga, su amante, su compañera, tenéis muchas cosas en común, tírale de la lengua, haz que confíe en ti y sobre todo asegúrate de que es uno de los nuestros y si en algún momento demuestra lo contrario, Casaca de matraca se encargará del resto.

- ¿Y qué gano yo?

- Sé que el oro no vale nada para ti pero puedo darte algo que llevas ansiando mucho tiempo. Me dicen que te levantas todas las noches entre gritos y sollozos, y no has vuelto a ser la misma desde que se fue. Veo el odio en tus ojos, veo la rabia cuando disparas con tu arco y por supuesto, veo tus ganas de venganza. Sé quien fue el que esgrimió la espada contra el cuello de tu hermano y el que dio la orden. Puedo enviar a buscarlos y entregártelos en persona vivos o muertos, como gustes.

- Lo haré con la condición de que sea yo la que vaya a buscarlos.

- Pensaba ahorrarte el esfuerzo, pero si es lo que quieres... pero la prioridad es el chico. Cuando estemos seguros de que nos pertenece te mandaré en la primera exploración al sur del muro con los nombres y los guerreros que necesites y entonces tendrás tu venganza. Hasta entonces serás su sombra y me informarás de todo. Ah! y alegra esa cara, que así no es como se hacen amigos. Eres preciosa cuando sonríes y el pobre cuervo acaba de romper sus votos de castidad y estará deseando ver una cara bonita.

Mientras me dice que ya puedo retirarme Mance sonríe con una mezcla de picardía y malicia. No me hace ninguna gracia cuidar del cuervo pero necesito ver a esos hombres con las tripas por fuera y suplicando un perdón que no les servirá de nada para poder dormir tranquila y honrar la memoria de mi hermano. Era mi hermano bastardo, pero en el mundo donde me encuentro ahora poco importa si eres bastardo o legítimo porque no hay señores ni plebeyos, somos el pueblo libre y por tanto aquí y siempre será “mi hermano”.